Cantares. La Historia de Nuestro Señor Jesucristo en lengua mexicana

folio: 255v

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Cantares. La Historia de Nuestro Señor Jesucristo en lengua mexicana 255v
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tlaaquilotzin yn omache yuh quimopolhuìque?

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Auh niman amo huel timochiuhtzino ¿ynic ypan timehualtiz ynic ticmopalehuiliz? Ticmottili yn motlaçoconetzin mopepetlahualtiticac auh àmo timohuelitili ynic ticmoololhuiz, ticmotlaquentiliz; ticmottilli yn ye onmamiquitia, yn omache moca mamiquiti, àmo timohuelitili ynic ticmatlètiliz. Ticmottili yn iuh toliniloc auh àmo huel timohuelitili yn ye ypan timotlatoltiz ynic ticmomanahuiliz; ticmottili ynic mahuizpololoc yn àquallachihuale yc tenyohuac yn nitechtzinco tlan tlahuelilocayotl, auh amo timohuelitili ynic ypampatzinco timotlananquililiz, timotlacuepiliz; ticmottili ynic yxchichaloc, ¿auh àmo timohuelitili ynic ticmopopohuiliz? ça ce ticmottili ynicyxtzinco hualpipipicaya yn iyxayotzin ahuel ticmohuelitili ynic ticmixayohuahuachiliz, ma no ce ticmopalehuiliz; yz ça miciquiltìticac, yn aoc huel yyotzin quimanilia yn ye mitic yocahualtia; aoc cuel toconmanilili yn iyyotzin ma noce ticmocetililiz yn amoxayacatzitzin yn huel moxayatitechpantzinco ticmopachilhuiz, yn huel mitzmoquixtili yn itlaçoxayacatzin.

Y no puedes hacerlo después ¿por qué lo ayudarás en eso para que pueda evadir esa carga? Ves a tu amado hijo que había sido despojado de sus prendas y no puedes arroparlo, vestirlo; ves que está sediento, con gran sed de Ti, [mas] no puedes postrate. Lo ves cómo sufre y ya no puedes hacer que declarara la verdad y cn ello hacer que pueda evadirse; ves cómo fue deshonrado por los perversos engrandecidos junto a él entre la maldad, y no puedes socorrerlo a él, vengarlo; ves cómo se le escupe en el rostro ¿y cómo no puedes hacer nada? Tan sólo miras en su rostro que manaban sus lágrimas [y] no puedes ayudarlo para enjugarle el llanto, de manera que no lo socorrerás. Estaba muriendo aquí junto, ya no puede ofrecer su venerable espíritu [que] te sofoca; ya no puede ofrecer su venerado corazón unirás su rostro para que puedas estrecharlo en tu faz, mas te apartó de su amado semblante.

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Yn huel anmotlaçotlatzitzinohua ¿auh yhuantzinco ticmoquixnahuallitiaz ynic timomiquiliz? Ca huel ticmàcicayeyecalhui yn ìquac ynyn ineltica yni achtopa tlaỳtol yn Simeon, auh ticmomachiti yn quenami ynic tene yn intla ytztetecomi yn tepozmacquahuitl, ca huel timohuelitili ynic ticmìtalhuiz ¡nocihuapilcàtocatzine! Obos omnes quitransitis...

Mucho se aman ¿y lo enviarás para que te haga morir? Por eso llegaste a encarnar, entonces, esta su realidad [que] fue advertida primero por Simeón; y si le notificaste cuán filosa era la cortante navaja, la espada, por eso pdiste decirle: ¡Oh mi noble señora! ¡Oh vosotros cuántos pasáis por el camino,mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor!

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Auh ca nel yn ye oncan, yn ye yn man yc motequitiliz, yc motlacotiliz; yn ye miyyocahualtiz, yz ça yyopa ypantzinco milacatzoa, motlapaltilia yn miquiztli, yz ça contoquili choquiztziucnoliztli yciquiztli. Yn omache cacoman yn itotonehuizielchiquiuhtzin. Quihualmotlalchitlaxili yn itlaçomahuizyxtelolotzin yn omache eztèten, yn otlatlayohuatimoman, auh conmottili yn ixayacatzin yn itlaçomahuiznantzin yn omache cìciocopin, yn omictimoman, yhuan yn itlaçotlamachtiltzin yn itloctzinco omicatiltiticaca.

Y en realidad allá está, finalmente dispuso así tu trabajo, tu trato; @+“Varias de las palabras de Jesús transmitidas en los Evangelios apuntan a que Jesús entendió su muerte como entrega de la vida en servicio del reino. Entre ellas las referentes al grano de trigo que muere, a la entrega de la vida para recuperarla en el mundo futuro. Pero, sobre todo, las palabras pronunciadas por Jesús en la última cena, la última de sus comidas imagen del reino. La noche antes de padecer partió el pan y compartió la con sus discípulos asegurándoles que beberían juntos el vino nuevo en el reino. Jesús, espera, pues, la llegada del reino de Dios a pesar de su muerte. Más aún da a entender que el reino de Dios se hará presente gracias a su muerte”. En Conceptos fundamentales del cristianismo, Casiano Floristán y Juan José Tamayo editores, Madrid, Ed. Trotta, 193, pp. 650-651.-@ y en seguida desfallecerá; se sostiene sólo aquí sólo de su espíritu. Se asegura la muerte. Aquí sigue el sollozante, gimiente llanto. Mucho conmovió su quebrantado pecho. Observó exhaltada sus preciosos ojos que estaban cubiertos de sangre, se estaban oscureciendo, y vio el rostro de su amada madre demudado, lívido, y su amado discípulo junto a ella, la hizo permanecer de pie.

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Auh yn iuhqui quenami ontetl tlaçotezcatl xaxapoti yni mixmixnamictia, monepano yttitia çan ye no yhui yn ynantzin yhuan yn itlaçoconetzin

Y de la misma manera como se perforan dos preciosos espejos, de igual forma aparece unido, fundido el rostro de la madre y su amado hijo

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