Otla xicyttacan; ca yz miquititicac yn teoychcaconetzintli, ynic ycatzinco tlahuahuanoz yn ipo yni patilo, mochihuaz yn Ysaac. "Interbepus horemcornibus". Yco tzitzquiloc yn itzontecontzin otlatlatzinco;yca mac omaqui yn tequanhuitztapayolli, ca yn teotl Dios quimotelchihuili yn tlalli yn ipampa ytlàtlacol yn achto tota, Adan. Maledictaterra in operetu, spinas, et tribulos germinabit tibi. Auh ynin tlatelchihualiztli ytzontecontzin ypan huetzi yn totemaquixtìcatzin Jesucristo. Yèhuatzin ypantzinco quimocelilia, ytechtzinco quimopachilhuia yn tohuitztzo, yn tàhuayo, ynic yn oc ompà tiztihui yn totlalyollo. Yn oyuh màhuili; yn ica ytlaçoezçotzin xotlaz, cueponiz, motlaaquilotiz yn ica yn quallachihualotl, yn yectilizçotl yhuan yntlayectlatlaliliz tzontequilizçotl. Ma ye yc pinahua, ma momàmati, ma mocuitihuetzi yn christiano, yn tlaneltocani (yn icuitlapil, yn iàtlapaltzin totecuiyo Jesucristo) ynic aocmo mochòchonequiz, ynic aocmo mococonematiz yn motlatlaçotlaz.
Mírenlo aquí estaba muriendo el divino cordero, pues en él se llevará a cabo el holocausto [que] fue reparado por su compañero, [y que] se efectuará en Isaac. Viotras sí un carnero enredado […] @+Alude al siguiente pasaje del Génesis: “Alzó Abraham los ojos, y vio tras sí un carnero enredado por los cuernos en la espesura, y tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en vez de su hijo”. La Sagrada Biblia de la edición citada, p. 51.-@. Le hicieron incisiones en la parte inferior de su venerable cabeza; con su mano se encajó la cruel rueda de espinas, porque Dios maldijo la tierra por los pecados de nuestro primer padre, Adán. @+El desdén al que se refiere fue la desobediencia de la primera pareja Adán y Eva hacia la restricción impuesta por Yavé respecto a no comer de los frutos de los árboles del paraíso. Esta desobediencia implicó la privación definitiva del don de la inmortalidad y de la felicidad del paraíso terrenal. Sagrada Biblia, versión de Eloíno Nácar, p. 33.-@ Por ti será maldita la tierra; con trabajo comerá de todo el tiempo de tu vida; le dará espinas y abrojo. Y este desprecio cae sobre la venerada cabeza de Nuestro Salvador Jesucristo. Él lo recibe; en Él se prensa nuestra espinosidad, nuestra punzadura, por eso allá contemplas nuestro corazón de la tierra. Así se regó; con su preciosa sangre florecerá, brotará, fructificará con las buenas obras, la virtud y [procederá] la sentencia en su recta determinación. Ojalá que con esto el cristiano, el creyente, (su cola, su ala [el siervo] @+Aquí como en otras partes del texto aparece este difrasismo “la cola y el ala”.
*Apostilla. El ecce homo.-@ de Nuestro Señor Jesucristo) se avergüence, que sienta pena, se estremezca, de que ya no quiera llorar, de que ya no padezca tu gran amor.