Cantares. La Historia de Nuestro Señor Jesucristo en lengua mexicana

folio: 249v

Reproduccion digital

Cantares. La Historia de Nuestro Señor Jesucristo en lengua mexicana 249v
NahuatlNotas Traducción (no todos los textos tienen estas opciones)
Estimado Usuario, en la versión en nahuatl original, usted podrá editar los textos pero el sistema no guardará dichos cambios, por favor tenga presente que cuando usted salga de cada página, su edición se perderá.
Cuado usted pulsa dos veces sobre una palabra, el sistema la buscará en los diccionarios.

249v 55

yamanqui, yece ça totolcatiuh; aoc huel tlatenquixtia; aoc huel yyo quicui. Oca yn iuhqui nicneztiuh, ca niman ayac huel quitlaçotlaz, no ce quelehuiz, yece ca mochi tlacatl atle ypan quitta, quitelchihuia. *

es suave, sólo tose; ya no puede pronunciar nada, ya no puede tomar aliento. Lo contemplé así, por eso después nadie podrá amarlo, tampoco envidiarlo, mas nada hay que ver, que apreciar en todo el hombre. * @+Apostilla. Quando vido la virgen a su hijo.-@

249v 56

Yn ica yn iuhquin cenca tetotoneuh tlatoli, yc oquimononochilìtiaque yz cemicacychpochtzintli, tocihuapilcatocatzin oytech onmopachihuitita yn canin ye quimohuiquilìtihue yn itlaçomahuizconetzin yn oncan yxquich ytlapaltzin quimochihuili, ynic quimottiliz. ¡Yyo, Santa Mariatzine! ca ynic amo mitztequipachozque, ca ynic amo mitztonehuizmacazque, amo tixpantilo atle ticaquitilo ynic yahuiloa yn ica tlahuahuanaloz yn motlaçoconetzin Isaac. Auh ye yca iz çan yohualtica mochan hualquiça ynonamic Abraham. Yece yn Tèhuatzin ¡notecuiyoe, tlacatle, cihuapille ylhuicac cihuateuctzintli! ca mitzmocaquitia, ca mitzmixpantilia yhuan mitzhualmohuiquilia yn huel ynepantla tonatiuh, ynic huel mixteloloticatzinco ticmottiliz yn tleyn huel cenca quicocoz, quipatzmictiz yn motlaçotlaocolyollotzin.

Así aflige mucho a la gente con las palabras, pues hizo que llamaran a la siempre virgen, nuestra noble señora que a su lado estuvo pendiente de hacia adónde iba a acompañar a su amado hijo [que] está allí todo enrojecido, como lo verá.  ¡Oh, Santa María! para que no te aflijan, para que no te hagan padecer, [y] no te sea revelado, [no] te sea advertido nada de que se va porque Isaac hará el ofrecimiento de tu precioso hijo. Y, he aquí que por la noche sale de tu casa la esposa de Abraham. @+“A Abraham, por primera vez en la historia se revela Yavé como Dios viviente y personal. Abraham responde a este primer llamamiento con una obediencia total. La oscuridad sobre el futuro, la prueba del tiempo que pasa antes de que nazca Isaac, el hijo prometido, el supremo sacrificio de este hijo, en el que consiente, pero que Dios no quiere: todo esto da testimonio, da una fe viva de gran abnegación... Es el padre de los creyentes; su figura domina toda la historia de Israel, del cual es el primer padre”. Diccionario del cristianismo, publicado bajo la dirección de Olivier de la Brosse, et al., Barcelona, Ed. Herder, 1986, p. 22.-@ Pero Tú, ¡oh mi Señor, hombre, mujer del cielo, mujer señorial! por eso te escucha, se presenta ante ti y te viene a acompañar al mediodía, para que pudieras ver, con tus venerados ojos lo mucho que padecerá, que sufrirá tu compasivo y precioso corazón.

249v 57

Niman yc onyaya yn itlaçoyxtelolotzin yn omache tlatlayohuatimoman ynic conmòtili yn itlaçoconetzin, auh yn ica ynin tlachializtzin ynic mottatzitzinoque yn omen ylhuicac tlanextin quimonanalquixtilique yn ipatzmiquilizyoliatzin. ¡Yyo ycnohuacatzintle totecuiyoe Jesucristoe! Ca ye oc hualca mitzmopatzmictilia yn itonehuiztzin yn motlaçonantzin, yn amo yehuatl yn mocruztzin ticmoquechpanilhuia; oc hualca mitzmocococolhuia yn ixayotzin, yn inematca elcicihuiliztzin, yhuan yn ipatzmiquilizyollotzin (ynic teotl huel ticmotztilìticatca). Yn amo yo yn mecatl yc mitzmohuitequilique oc hualca yc mitzmonanalquixtilia, mitzmototonehuilia; yn namo ye yn huel

Después, por eso, iban oscureciéndose más sus preciosos ojos al ver a su amado hijo, y con esta mirada ambos contemplaron la claridad del cielo que traspasó su alma acongojada. ¡Oh misericordioso Nuestro Señor Jesucristo! Por eso te aflige mucho la pena de tu amada madre, no Él a quien impusiste la carga en la espalda de tu cruz. Te conmueven mucho sus lágrimas, su delicado suspiro, y la pena de su corazón (pues habías honrado a Dios). Y ya no te azotaron con el látigo, que te traspasa de lado a lado, que te hace sufrir; ya no te perfora

Folios: 239r  239v  240r  240v  241r  241v  242r  242v  243r  243v  244r  244v  245r  245v  246r  246v  247r  247v  248r  248v  249r  249v  250r  250v  251r  251v  252r  252v  253r  253v  254r  254v  255r  255v  256r  256v  257r  257v  258r  258v