Cantares. La Historia de Nuestro Señor Jesucristo en lengua mexicana

folio: 254r

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Cantares. La Historia de Nuestro Señor Jesucristo en lengua mexicana 254r
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mache huel otitecocoliliz tlahuelcuic, yn huel ticcocolia yn ihuicpa timotzoncuiznequi yn mohuampo), yc huel motechpa ticpahuiz, tictotocaz yn tlacatecolotl, ynic tictlapòpolhuiz yn moyaouh, yn motecocolicauh, ynic ticmixehuiliz yhuan ynic ypampa yn itlaçòtlalocatzin, yn imahuiztililocatzin yn moteotzin, yn motlatocatzin totecuiyo Jesucristo. Yn yuhqui quenin quitotocaya, quipehuiaya yn tlatohuani David yn ica yn ihuehueuh, yn iarpa ynyoliliz tlahueliloc yn tlacatecolotl yn quitoliniaya, yn càmanaya, yn quinentlamachtiaya, yn quipatzmictiaya tlatohuani Saul.

lo odiaste airadamente, lo aborreces, quieres vengarte de tu próximo), por eso podrás ahuyentar, espantarás al diablo de ti para que perdones a tu enemigo, a tu adversario para que mi Dios, mi Señor, Nuestro Señor Jesucristo lleve a cabo la penitencia para que haga su ofrenda, su honorable sacrificio. De la misma manera perseguía, ojeaba el rey David con su tambor, así el arpa atormentaba la vida del malvado diablo, [e]inquietaba, afligía, entristecía al rey Saúl. @+“El espíritu del Señor se apartó de Saúl, y un espíritu malo de parte del Señor, le atormentaba” (Samuel 16:14). Este pasaje citado en el texto se refiere a los siguientes versículos de la Biblia: “Y dijeron a Saúl sus servidores: “Te ves turbado por un mal espíritu de Dios; permíteme, señor, que tus siervos te digan que se busque a un diestro tañedor de arpa que, cuando se apodere de ti el mal espíritu de Dios, la toque y halles alivio”. (Samuel 16:15), p. 341, edición citada. -@

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Auh ynic onhuehuetl ynic oncamatl quimìtalhui yèhuatl yn huellacompanahui, yn huel contenticatca teycnoyttaliztli, ynic quimotlapòpolhuilili; yn qualli yectli ychtequi ynic quimotenehuilili yn quimomaquiliz yn ompa yn inecentlamachtiliz chantzinco Parayso, petlatl ycpalli yn ipan yez ynic yhuantzinco ompa teuctiz, tlatocatiz; ynic huel yca moyolehua, moyollapaltilia yn tonetemachiliz. Yece amo ycà tlamatiz, amo yc choquizcuiz yn toyolnematiliz, yn toyolnepòpohualiz. Yece ¡yyo, nomahuiztemaquixtìcatzine! yntla tiquinmonochilia, tiquinmellaquahuilia yn oc centlamantin yn occecni tlaca ¿Quenin àmo tiquinmolnamiquilia yn motechtzinco pouhticate yn mocotoncahuan? Stabat iuxta crucem sesu mater eius. Amo çan ¡yyo! yn itloc micatiltiticaya yn cruz, ynic oncan yca yn ycnohuacayxtelolotzin quitzticatca yni cococoloca yn itotonehuiz ytlaçoconetzin, yece ca huel miquiltiticaca, huel moquetztzinoticaca. ¡Yyo, chicahuaca yollotlàpaltilizcatzintle! ¡Yyo, mahuiçauhca necentlalpaltilitzintle!

Y por eso dijo Él a los dos viejos dos palabras insuperables, había manifestado compasión, pues perdonó al buen ladrón porque le prometió otorgarle allá la bienaventurada morada del Paraíso, pues allá, junto a Él, será donde mandará, reinará; de ahí que por eso se anime, avive nuestra esperanza. Pero no se afligirá por ello, no entonará el triste canto a causa de nuestra insensatez, de nuestra soberbia. Pero ¡ay, oh mi honrado Salvador! si instas, animas de diversas maneras a otros hombres ¿Cómo no las vas a recordar si están contigo tus parientes? Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre[y]la hermana de su Madre, María lade Cleofas y María Magdalena]. ¡Ay! [la virgen] no sólo se mantenía de pie junto a la cruz, donde sus compasivos ojos había estado observando insistentemente con dolor el sufrimiento de su amado hijo, sino que, por lo mismo, podía haber hecho que muriera, podía haber hecho que permaneciera de pie. ¡Ay, cuán firme es su apoyo! ¡Ay, que admirable valor!

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Yn cemanahuactli oixycatihuetz, yn tlalli molinia; yn ithic tlatzitzquili tlanapaloni huihuiyoca, auh yn cenquizcachipahuaca ychpochtlatlactzintli çan tlamattimani. Çan yey ye yehuan yca timani. Yn tetl teteyni, auh mocemàcitica yn iyollotzin yn itlaçomahuiznantzin; ca yn itlaçoyollotzin ca yuhqui yn ma ce huey teoachichicatl omocuep, auh yn iacueyo ynic poçonia; ynin atl huel onàcia yn ithic, yece yn atlacàtl

El universo se precipitó rezumando, la tierra se mueve; desde el interior sostiene lo que lleva temblabando, y el inmaculado torso de la venerada mujer está sosegado. Sólo permaneces con tres de ellas. Las piedras se resquebrajan, @+“Mateo alude a la muerte con sobriedad, pero presenta con detención una serie de signos que la siguen y la interpretan. Se rasga el velo del Santuario (posiblemente el que separa el Santo del Santo de los Santos, ver Ex 26,31s), evocando la supresión del antiguo culto mosaico y el acceso abierto por Cristo al santuario celestial (ver Hb9, 12;10,20). Terremoto y resurrecciones son dos motivos asociados a la venida de Yahvé en su “Día”, cuando venga a juzgar y salvar” (ver Is 26,19; Ez 37; Dn 12,2). Antonio Rodríguez Carmona, Evangelio de Mateo, Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Sevilla, Desclée De Brouwer, 2006, p.238-@ pero el corazón de su amada [y] honrada madre, se mantenía íntegro; por eso su precioso corazón se convirtió como en un enorme fluido amargo, y su ola espumeaba; esea agua puede llegar adentro, pero el marinero

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