Oca nican, anquittazque, anquiximatizque ¡tlacacohuanimee! Yn itlahuelilocayo, yn iteuhyo, yn itlàçollo, yn itzitzicaz, yn iàhuauh yn tlàtlacolli. Ca nel yn iuh oquipolo ynyn iqualnezca, yn imahuizço, yn ilhuicatl. Ecce Agnus Dei, ecce quitollit peccata mundi. Tla xicyttacan yn iuh quimopolhuia, yn ipampa yc quimotlatlacolpòpolhuililiz yn tlalticpactli, yz cemanahuactli. Huel mahuiçohua ticatca yn tlalticpac tlacatl (quimìtalhuia yn tlàtohuani David) auh àmo quima yn tleyn oquichiuh. Omoneuh, yanhui, auh ynic otlatlaco, oquinmopòti. Yn ma nènenque, tochtli, maçatl yohui, oquitocac omomaçacuep. Auh ye yca ynic huel melahuacayopan quimìtalhui, yntla achtopa ytohuani Jeremías. Cutui sussum, et non erat homo, ca huel onicnematcanemili auh huel oniquixàxili ynic oniquixtemo, niman acan ma nel ce tlácatl onicyttac, yn aço tlacaneci, ye yca ca omoch momanènencacuepque, omoch momaçacuepque yn ica yn intlàtlacol, auh ¡tlaçomahuizprofetae! macàmo ximonenci. Anmiquiti ynic timotlatétemoliz; ma yc yxquich ynic tiquinmotetemolia tlaca. Ecce homo. Iz ca yn oquichtli.
Aquí estuvo, lo verán, lo reconocerán ¡Oh hombres serpiente! El pecado de su maldad, su suciedad, su inmundicia [su falta], su castigo, su espina. En verdad, así perdió el cielo de ésta que es su gracia, su honra. [He aquí] el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Miren cómo lo destruye, por ello perdonará los pecados en la tierra, aquí en el universo. [Y] muy honrados habíamos estado del hombre en la tierra (les dice el rey David), mas no supo lo que le ocurrió. Partió, se fue, y por eso pecó, los hizo a su semejanza. Siguió a los viajeros, el conejo, al venado [los vagos] @+Sobre la traducción de este difrasismo, véase Alfredo López Austin “Difrasismo, cosmovisión e iconografía”en Revista española de antropología americana, volumen extraordinario, 2003, Disponible en: https.www.red-redial-net. (8 de julio de 2013).-@ [y] regresó el siervo. Y por esa causa primero, el profeta Jeremías les explicó correctamente, si miré y no había un hombre, @+En Jeremías 4,25: “Miré y no se veía un hombre, y las aves habían huido todas”. En la Biblia versión citada de Nácar y Colunga, p. 948.-@ fui prudente y diligente, por eso busqué [y] entonces no vi en ninguna parte realmente a un hombre, o quizá algo [que se le] pareciera, pues todos regresaron en cuatro patas, todos los siervos volvieron con sus pecados, pero ¡oh amado y honrado profeta! Ojalá que por eso no te presentes. Murieron para que buscaran los hombres. He aquí el hombre. Aquí está el hombre.