Cantares. La Historia de Nuestro Señor Jesucristo en lengua mexicana

folio: 242v

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Cantares. La Historia de Nuestro Señor Jesucristo en lengua mexicana 242v
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242v 19

chichatinenque. Yn omache huitztica huahuaçomaloc; yn ezpipipicaticac yn cana yn quin oc noma pipicaticac tlatlapaltic, chichiltic, auh yn cana ye otlitlilehuac, ye ohuàhuac. Auh yni yz cenquizcamahuizychcaconetzintli; yylpiticaca yn itlaçomatzitzin àhuel quimopòpohuilia. Ynixtzinco mocuenyotiaya, pipicaya eztli, auh ye yca ynic tlatlapachiuhticatca ynin ontetl ylhuicac tlanextli, yn huel yc aocmo huel motlachialtiaya yz ça eeztentimanca; ca ce ynic monexiltiaya yuhquima aocmo tlacatzintli, ca yuhquima totonehuiz, chichinaquiz tlayxiptlayotl yn no ymatica yn ìquein tlahueltolteca, tlahuelcacuilòque yhuan yn àqualla tzontequini ynic yuh oquimìcuilhuìque, ynic yuh catzintli yehuatl, yn iuh momatia aço yc moyolcehuizque.

Fue descarnado con las espinas; había estado fluyendo sangre, estaba goteando de algunas partes de mis manos, @+Es frecuente encontrar en este texto un cambio drástico de las personas gramaticales que ejecutan la acción verbal o la padecen.-@ [que estaban] rojas, coloradas y, en ciertos lugares, [la sangre] ya se ennegreció, se secó. Y he aquí al completamente honrado cordero; @+Cordero significa la pureza, inocencia, mansedumbre e inmerecido sacrificio dice Juan Eduardo Cirlot en Diccionario de símbolos. Ed. Labor, Barcelona, 1988, p. 145.-@ había estado atado de sus preciosas manos, [y que] no puede ser apreciado. Por su rostro ondulaba, goteaba la sangre, y por eso ya habían sido cubiertas estas dos (cosas) el resplandor en el cielo, por eso ya no se podía ver aquí más que la sangre esparcida; por eso ya no aparecía como si fuera un venerable hombre, pues así sufrirá, padecerá la imagen pintada también con la mano de aquellos crueles artesanos, protervos pintores y el mal juez que de esta forma lo consignaron, ya que de este modo está Él [y] se sabe que quizá así se calmarían.

242v 20

Aço quinmotlaocoltiliz yn iyaohuan, auh ynic huel àmo omoyollohuazque, ynic amo momatizque. Aço aca teococoxqui monec ynic quimixpantiz, quimilhuiz. Ecce homo, ca niman àcan tepiton oquintlaocolti yn totecuiyo ytotonehuiztzin, ychichinaquiliztzin neci, ca quimocentlatalhuilia yn imiquiztzin. Yntla ynic yuh moyetzticatca yn huel ic moma yn Pilato, aço ye yxquich ynic quincehuiliz yn intequanyollo, yn ìqueyn ytecocolìcatzitzihuan, quenin oc hualca yc huelitiazquia yn tèhuantin, titlaneltocanime, yn timacehualhuan, yn tiquìtoa huel tictotlaçotilia ¿Toyollo tlapanizquia, techchoctizquia, techtlaocoltizquia yn itotonehuiztzin, yn ipatzmiquiliztzin?

Tal vez hará que se compadezcan sus enemigos, y como no podrán reconsiderarlo porque lo ignorarán, quizá algún leproso sea oportuno al declararle, al decirle: He aquí el hombre, porque entonces en ninguna lugar les conmovió ni un poco Nuestro Señor [que] muestra su gran dolor, su fatiga, por eso todos hablan de su muerte. Si cuando había estado en las manos de Pilato, quizá ya les tranquilizará mucho a los de cruel corazón, a aquellos, sus enemigos, cuanto más pudiéramos nosotros, los creyentes, los que somos siervos, que le hablamos [y] mucho lo amamos ¿Nuestro corazón se hubiera resquebrajado, nos hubiera hecho llorar, nos hubiera conmovido su dolor, su aflicción?

242v 21

Oca iz miquiltiticac yn tlaçomahuizticatzintli Job, yn aquin tlacatecolotl, Mictlanteuctli, ynmatica yn itetlayecolticahuan quimototonehuilique. Percussit ulcere... Auh ca yn iuh moyetztica yn omache ococoloc, ototonehualoc amechmotzàtzilia, amechmotlaocolnochilia, quimìtalhuia. ¡Misereminimei, misereminimei salutemlos amicimei, quiamanusdomini tetegitme! Ca nel àmo

Aquí estuvo agonizando el amado y honrado Job, a quien los servidores del diablo, señor del Mictlán, con sus manos le hicieron sufrir. @+A pesar de los encargos de Yavé quien había ordenado a Satán: “Ahí lo tienes (se refiere a Job) a tu disposición; pero guarda su vida”. Salió Satán de la presencia de Yavé, en La Biblia versión de Nácar y Colunga, p. 655.-@ Hirió a Job con una úlcera maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. Y porque así había estado, se le hizo padecer mucho, se le hizo sufrir; les imploraba, les invocaba misericordia, les dice: ¡Apiadaos, apiadaos de mí siquiera vosotros misamigos! Realmente

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